Leer Kafka en la orilla supone atravesar un mundo cargado de magia, de personajes que van escarbando dentro de tí mismo para ir convirtiéndote en otra persona...sus líneas se convierten en un dulce néctar del que no deseas salir porque cuando sales, todo es frío, raro, amargo, tan real...
Por momentos el espacio pierde sus aristas y todo se desconfigura y quieres habitar allí.
Hay algo que cambia cuando lees este libro, miras hacia atrás y comprendes que ya no eres el mismo, es magia...
Otra dedicatoria...para Kafka Tamura, para la canción que contiene, para el cuadro, el pasado y el futuro que se funden como en Barrio lejano de Taniguchi, para Nakata, para Ôshima, para la señora Saeki, para Murakami, y para ese mundo extraño y mágico que parece habitar en los japoneses y que nos da tanta paz...que no termine nunca